lunes, 26 de enero de 2015

El paseillo

Bueno, pues yo creo que sólo me queda el paseíllo; mañana espero este sentado en la Zarigüeya y empezar a tragar millas. Tenía un recorrido marcado, pero he estado mirando el mapa y estoy por cambiarlo. Iba a bajar por la costa, pero igual me apetece más por el interior; supongo que habrá menos turistas y menos tránsito también.
Eso hoy, mañana ya veremos.
Digo mañana, dando por hecho que me van a dar la moto, como no sea así me va a dar la lumbalgia otra vez, o hasta hemorroides.
Si alguien está preocupado por mi pantalón, tranki que ya lo he lavado 2 veces. Cada vez tiene un color más raro, pero limpio.
 

Hoy he quedado a comer con Isabel para despedirme. Hace un calor infernal, cojo el colectivo para ir al barrio-pueblo de Isabel, Vicente López, que está a una hora más o menos. Me bajo en una zona residencial mucho más elegante que lo que he visto hasta ahora. Encuentro su portal fácilmente, pero no sé el piso. Esto me pasa por no leer los mensajes hasta el final. Después de esperar un rato para ver si se asomaba, me decido a empezar a llamar a todos los timbres y a la quinta llamada, es la única que me responde.
 
 
 
 
 
Después de pasar el día comiendo en un restaurante a la orilla del río de La Plata, me lleva a ver El Tigre, otro pueblo que está en el estuario del río. Es una zona de esparcimiento, con un canal, barcos turísticos, un paseo con terrazas y hasta aquapark.



De vuelta en su casa, me invita a un mate; por fin tomo mate!. Tiene un sabor bastante fuerte. Vemos algo de información en el ordenador, y me da un bote con un bálsamo que dice es milagroso para los dolores. Yo soy un poco escéptico con estas cosas, pero lo acepto y lo probaré.


Y ahora al bus otra vez y para el hotel.

Después de otro paseíto importante, pues me bajo del bus demasiado pronto, por fin en el hotel empapado de sudor. Me tumbo en la cama y mañana escribo. Esto del turismo urbano es muy duro.

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