Por fin no vino Matías. No sé donde se habrá metido. Ha hecho
una noche de perros, frío y lluvia, y también nieve. Están todos los montes de
alrededor nevados, pero montes que empiezan en la misma ciudad. Matías decía
que se iba a quedar un par de días; a mí con uno me vale, además hace bastante
frío. Me voy a repostar, desayunar algo y tiro para el norte, hasta donde
llegue.
Desayuno en la misma gasolinera y parto con un poco de
aguanieve. No tengo mucho frío, todavía tengo el calor del hostel. Están los bordes
de la carretera con nieve y estamos en verano.
A unos 60 km ya está el suelo seco, los montes a mis lados
nevados, el sol bajito, fresco y viento en cola. Joder! qué bien se va!. Pero
no dura mucho, en cuanto giro para el norte, se me pone el viento de babor y
así ya todo el viaje.
A todo esto, se me rompe el cable del velocímetro; hacía días
que tenía un ruido y por fin se ha roto. Nunca llegan a los 100.000. Ahora no sé
los km que hago, pero que paz.
Paro a comer a la entrada de Río Grande, veo un cartel que
pone motos y camiones, pues para dentro. No me acuerdo del nombre y en la foto
no se ve; qué pena porque se come bien, barato y buena atención. Al camarero le
he dado la dirección del blog. Si lo miras, déjame un comentario con el nombre
del local.
Y yo sigo para el norte, desandando lo andado. Es lo que no me
gusta de esto: hacer tantos km de ida y vuelta, por el mismo sitio. Las rectas
son interminables y el viento de costado te mata. Voy tirando de una punta del
manillar todo el rato y se me congestiona el codo, habrá que echarse la pócima
de Isabel. Intento comprar algo de comer, porque voy a tener que parar a dormir
en algún páramo de Chile, y en este tramo entre las dos fronteras de Argentina,
no hay nada. Sólo lo que veis en el vídeo.
Pero hoy es fiesta en Argentina, así que toca galletas para
cenar. Llego a la primera frontera, la de Argentina, y no hay nadie, así que
paso rapidito. Aquí ya empieza el ripio, yo creo que unos 130 ó 140 km. Unos km
más adelante está la de Chile y lo mismo, pero el carabinero me registra un
poco, por decir que hace algo...
Le voy dando alegría por el ripio, para ver si llego al barco
de día. A ratos parece que voy pinchado, el viento te desplaza lateralmente. Y
sí, llego de día, pero hay bastantes
baches, y pierdo el depósito auxiliar de nafta, y lo que es más importante, la
esterilla de dormir. Me voy a quedar helado durmiendo en el suelo, porque la
tierra está muy fría. Con un poco de bajón, cojo el barco y charlo un poco con
una pareja de brasileños, que van hasta arriba de equipaje. Ahora sí me da
envidia, por las esterillas que llevan. Lo importante que puede llegar a ser un
cacho de gomaespuma, que vale 4 duros...
Sigo para adelante a ver qué pasa, mirando para los lados para
poner la carpa; pero está todo cercado para los guanacos, aunque lo saltan con
la minga, sólo tiene un metro.
Entro en un pueblo, Punta Delgada, a 30 km de la frontera, por
entrar, y pregunto por un camping, por preguntar algo, estoy un poco desconcentrado,
no me apetece dormir sin esterilla, con el frío que hace. No me saben decir
nada. Pregunto a otro chaval, sé que no hay nada, pero a ver si cambia algo. Quieto,
seguro que no. Se mete en una casa y cuando sale me dice:
- Ahí tenemos un albergue donde dormimos, ¿te vale con un
colchón en el suelo?
- ¿Qué si me vale?, jode que si me vale, es un lujo.
Al final duermo bajo techo, con baño privado, y por 0 pesos. Cómo
ha cambiado todo en un momento. No sé qué pasa que siempre se sale por algún
lado. Encima están de fiestas y hay show en el polideportivo.
Viva Chile!!
16-02-2015
Como diría Harry Callahan, le has alegrado el día a alguno, porque encontrarte en mitad de la nada con un bidón de gasolina y una esterilla perdidos, menudo chollo!!
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